Soy de esas personas que siguen un claro patrón: cuánto más importante es algo en lo que debo trabajar, más frecuentemente pierdo el tiempo.
¿Y no ha sido ese motivo por el que cree en su día este blog?
Estamos en los días previos a los exámenes de la convocatoria de Febrero, y ya hay quien ha realizado alguno. Los míos son en esta próxima semana, y se puede decir que a medida que va muriendo el domingo, menos ganas encuentro para repasar.
Quizás es la edad, que acaba haciendo mella en una y no resulta tan fácil concentrarse; o quizás sea el tiempo que llevo haciendo lo mismo, que degrada las energías por acabar, cuando debería ser todo lo contrario; o quizás es, simple y llanamente, que nací vaga, vivo siendo vaga y, probablemente, moriré siendo más vaga aún.
Pero no debería refugiarme en ello, disculpando todo lo que puedo llega a hacer mal en estos días tan importantes. Lo cierto es que con frecuencia lo utilizo contra mi misma, para acallar la conciencia que no cesa de taladrarme la moral ...
¿Por qué será que es en estos días cuando mas se echa la vista atrás, más se reflexiona, y más conclusiones se sacan de una misma y de la propia vida que he llevado? - Supongo que la respuesta es muy obvia: porque ya no hay marcha atrás.
Ya no hay remedio.
El tiempo se ha esfumado entre los dedos y yo era consciente de ello a medida que fluían los días del invierno. Las semanas caían tan rápido como las hojas de los árboles de la calle, y cada noche me sentaba a contemplar la oscuridad mientras recordaba que estaba haciendo lo mismo que la anterior, pero ya era un día más; o un día menos, según se mire.
He hecho tantas cosas desde Octubre, y a fin de cuentas se quedan en nada ahora mismo. Porque son eso: nada. Nada que deba importar más que las verdaderas obligaciones.
Se que el miercóles pensaré de otra forma.
Me volveré positiva, tenaz, sentenciosa con los días futuros. Haré planes que me hincharán de energía; y toda mi vida hasta ese día la exprimiré para convertirla en una moraleja - cómo si mi vida fuese una fábula - y me la repetiré una y otra vez durante un par de días.
Pero serán eso: un par de días. Porque sé que al cabo de un tiempo se me olvidará todo lo que siento ahora mismo, todo lo que pienso y me compadezco, y viviré los días de primavera sin acordarme apenas de todo esto. Aunque sé, que en el fondo, siempre hay una vocecilla que me habla, con un sonido apenas perceptible, y me dice las mismas palabras que estoy escribiendo aquí.
Ojala la escuchara más veces. Ojalá le prestara más atención.
Ojalá le hiciera caso ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario